Sensación de vivir

Corría para casa. El sol me daba directamente a los ojos y tuve que taparme la luz con la palma de la mano. Hacía mucho calor. Mucho. Estaba sudorosa y alterada. Y casi pierdo los tacones por culpa de un traspiés.

Era urgente, tenía que contarle a BC las últimas novedades del caso que me traía entre manos (el típico caso con patillas). Tenía un nudo en el estómago de puro nervio, necesitaba saber su opinión YA. Ella me ayudaría, ella no era una loca como yo. BC es una chica muy sensata.

Antes de entrar en casa y abalanzarme sobre el teléfono tenía que hacer una parada técnica en la nevera. Era necesario. Tenía sed, mucha sed.
Cogí una coca-cola fría... pssshhhhh....glupglupglupglup. Me bebí la lata entera casi de golpe, sin respirar.

Ahora sí, con las llaves todavía en la mano marqué el número: 93 89......... (ya tiene bastante con asesorarme a mí la pobre, no quiero que la llamen todos los locos de internet).
Piiiii....piiiiiii....piiiii

- Digui? Dijo una voz tan dulce y amable como siempre.

¡Mierda, era la madre de BC! ¿Porque no la había llamado al móvil? Todo el mundo sabe que las llamadas importantes de verdad son largas, se hacen a un fijo y sentada en un sofá.

Respiré hondo para calmar mi atropellamiento y no parecer grosera al preguntar por BC. Ahora sí, con pulmones vacíos me dispuse a hablar. Y todo lo que salió de mi boca fue:

-BBBBBBBBBRRRRRRRRRRRRRRUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUPPPPPPPP!!!!!!!!

Un inmenso y larguísimo eructo. El más grande que haya salido jamás de mi cuerpo.
Colgué instintivamente y me fui poniendo roja, alarmantemente roja por momentos.

Pobre mujer, debió pensar que era una broma por teléfono.

Puta coca-cola.